¿Y tú cuándo naciste?
De las mil y un formas que existen de nacer, la que más me gusta es cuando el alma nace.
“No importa cuánto tiempo lo olvides, importa que tan pronto lo recuerdes.”
Buda
He estado reflexionando sobre lo que significa nacer, después de convertirme en madre y parir a mi hija, hay algo dentro de mí que no puede más que maravillarse por lo mágico, misterioso, místico e increíble que un nacimiento es, y eso no le quita lo duro, difícil, intenso, incierto, vulnerable, salvaje, crudo y doloroso que también puede llegar a ser, pues creo que es la combinación de estos ingredientes tan contrastantes lo que hace a algo maravilloso y lo dota de profundidad, de singularidad.
Llegar al mundo, nacer a la Vida, pasar del agua al aire, de la placenta a la Tierra, del útero materno a tu propio ser y estar. ¿Hay algo más fantástico y asombroso que esto?
Quisiera así hablar del primer nacimiento, el cual es siempre tuyo y de tu madre, naces con el cuerpo, corazón, esfuerzo, entrega, ganas, valentía, determinación y amor de esa mujer que te da a luz, así mismo, naces con tus propias fuerzas e impulso biológico, con tus ganas y tu deseo de salir al mundo, por tu curiosidad insaciable y tu anhelo de expandirte y seguir creciendo, naces por tu espíritu y el de tu madre que atraviesan semejante iniciación, el parto. Naces porque así lo quiso la Vida y lo quiso Dios, y si así lo han querido, ¿acaso ya eres consciente de tu infinito valor y necesidad de qué estés aquí hoy?
Así es, naces porque el Universo te quiere aquí, con tus dones y regalos, con tu forma única de ser, sentir y pensar. Naces porque hay algo que solo tú puedes entregarle al mundo, algo que solo tú puedes experimentar a tu manera, algo que solo tú puedes ver, crear, entregar, ¿recuerdas?
Una pausa para honrar a las mujeres que paren a sus hijos y nacen como madres. Creo que no le damos el valor, la importancia, el reconocimiento y la celebración que verdaderamente amerita este gran rito de paso. Así que, mamá te veo y te horno.
Y es que “nacer”, cualquiera que sea el tipo de nacimiento, ya sea el nacimiento de un bebé, el nacimiento de una madre, el nacimiento de un proyecto, el nacimiento de una relación, el nacimiento de un cambio de vida, el nacimiento de una empresa, el nacimiento de una amistad… nacer es un verbo que implica muchos otros verbos, nacer es entregarse, confiar, atreverse, intentarlo, creer en uno mismo, moverse, animarse; es en definitiva, crearse a uno mismo.
“Recuerda”, como bien dice Buda, naces porque tus creaciones son necesarias en la Vida y para la Vida, o las das a luz tú o jamás verán la luz. No importa cuando lo olvidaste, lo que importa es que lo recuerdes, te necesito, te necesitamos, el Universo entero te necesita.
Y quizás nacer es el primer paso para recordarlo, quizás a eso venimos, recordar para qué nacimos. ¿Para qué naciste tú?
Pienso y siento que nacer es el acto más valiente, es la completa entrega al proceso de transformación y aprendizaje, es pasar de un mundo conocido a otro nuevo y desconocido, de la total oscuridad a la luz destellante, así como los bebés salen del confort del útero materno, que es fuente y es refugio, a un mundo salvaje e indomable para poco a poco ir creciendo y desarrollándose hasta pararse firme sobre sus propios pies y su propia esencia, así es “nacer” ante cualquier proceso de la Vida.
Y es que “nacer” es una elección, es la ofrenda que le haces al mundo, es bajar del Cielo a la materia algo y darle forma, nacer es compartirte, y mientras lo haces te conoces y te descubres, te reconoces, y sí, con amor propio, te saboreas y aprecias más cada día.
Creo que hay muchas formas de nacer y creo que nacemos varias veces en nuestra vida, yo diría que constantemente estamos naciendo, pero no siempre lo sabemos, o más bien no lo reconocemos y valoramos como tal. Y ahí está el problema pues vemos nuestra vida pasar, muchas veces atorándonos en el hubiera o apagándonos con los “golpes” de la Vida, que más que “golpes” yo les llamo “despertares” de la Vida, pues si sabes escarbarle y darle la vuelta, encuentras siempre un regalo oculto, una bendición disfrazada de “dolor” que te enseña a tomar tu poder y tu lugar en la Vida, y sabes, si así lo eliges, siempre llega el día en que más que lamentarte, lo que haces es agradecerles, pues esos “golpes” más que “quitarte” tus alas, te ayudan a hacerlas crecer y a volar cada vez más alto y más ligera si te eliges a ti misma, si eliges hacer nacer tu alma.
Y un buen día miras hacia atrás y todas las piezas del rompecabezas cobran sentido. Pues pasas del “¿por qué a mí y cómo le voy a hacer ahora?”, a un “gracias” profundo y sincero, pues realmente comprendes y sientes que lo que sea que te sucedió fue siempre para algo, para ti, para tu evolución. La cuestión es estar dispuesta a aprender y decidir cambiar deja que la Vida te muestre.
Un anciano me dijo hace años que el chiste es que cuando llegue tu hora, realmente puedas irte con las manos vacías y el corazón lleno. Usar tus manos para crear tu historia, para transformar tus dolores en aprendizajes, tus heridas en portales, tus miedos en pasos valientes, tus dudas en certezas innegables, tus ganas en creaciones hermosas.
Insisto, hay muchas formas de nacer, sin embargo solo naces de verdad cuando nace tu conciencia, y tu nacimiento solo está completo cuando cumples el destino de tu corazón, cuando descubres la verdad que te habita y te pide ser compartida y ofrendada al mundo.
Y no es porque sea todo color de rosa y “perfecto”, sino porque todo cabe, y más bien, depende de uno poder mirar la Vida a los ojos y encontrar su belleza. Aceptar y apreciar tu presente tal y como es, es un acto valiente, y es el primer acto para empezar a transformarlo, transformándote tú. El destino, siempre es hacia adentro, siempre eres tú, solo así naces y renaces.
De las muchas formas que hay de nacer, la que más me inspira es la que el corazón guía, sostiene, e impulsa, es lo que yo le llamo el “nacimiento del alma”. Creo que solo cuando conectas y escuchas a tu corazón, es que puedes estar presente y estar en la Vida con todo lo que es y con todo lo que hay, sin querer escapar, sin querer evadir, sin querer negar nada, porque puedes darle espacio y porque sabes que la luz y la oscuridad son compañeras y no enemigas, sin una no existe la otra, a mayor profundidad, también es mayor el brillo.
Y sí, quizás no puedas cambiar lo que es pero si puedes cambiar “cómo” lo ves y qué eliges hacer con ello y de ello. Y ese sí es tu poder.
Sin embargo, hay muchos que mueren sin haber nacido nunca de verdad, sin haber nacido su alma, porque nacer, insisto, es un acto que incluye muchos verbos, sobretodo valentía y honestidad contigo mismo, solo así puedes darte a luz, dar a luz a tu esencia, dar a luz a tu verdad, dar a luz a tu alma.
Por eso creo que nacer a la Vida es una responsabilidad y un privilegio, si la Vida te regala un día más en tu cuerpo, creo que no hay manera más bonita de agradecerle y honrar tu vida, la única que tienes, que elegir con cada respiración estar aquí y estar presente de corazón, y con esa nueva mirada transformar lo que es en amor y por amor, para amar, sobretodo, para amarte a ti misma. ¿Qué necesitas hoy, que puedes darte hoy a ti misma?
Por eso creo que solo nacen los que son conscientes de sus días, los que no toman por sentado un amanecer ni abrir los ojos otro amanecer.
Creo que nacer cada día y de diferentes formas te lo debes a ti misma, a tus pasos bien pisados, a tus caminos recorridos, a tus fracasos y a tus aprendizajes, a tus ancestros y a tus hijos, a tus historias bien vividas. Creo que rendirte a la Vida es más que nada rendirte a apreciar y reconocer el diamante que eres, creo que si no puedes verlo, saborearlo y sentirlo, no puedes aprender a amarte y sino te amas no hay amor que te llegue, ni amor que te sea suficiente, porque el único amor que sacia el corazón es el propio. Recuerdas, ¿el camino del corazón, el camino al corazón?
Si no naces mueres, y aunque tu vida tenga desde el inicio punto final, sino la tomas en tus manos y creas de ella tu obra de arte más magistral, entonces te pierdes del regalo de estar en esta Tierra, del esfuerzo que tú y tu madre hicieron un gran día, más allá de lo imposible y lo impensable para llegar a este plano quién sabe desde qué otra dimensión, sabrá Dios las millones de estrellas que tuvieron que alinearse para que hoy tú estés aquí y para qué hoy tú te encuentres que con estas palabras que no son mías, sino que son del Universo y me piden expresarse a través de mí para llegar a ti y así mover algo en lo más profundo de tu corazón, porque tu alma te está llamando a gritos, TU ALMA QUIERE NACER.
Ella te grita “recuerda para qué naciste”.
Para que tu última exhalación sea un “gracias”, un gracias pleno y lleno de gracia, porque siempre lo intentaste, porque no te dejaste vencer por el dolor ni las caídas, sino siempre aprendiste e hiciste alquimia de lo que ardía y lastimaba, y lo convertiste en amor y sabiduría. La herida es el portal y ahí encuentras tu medicina para ti misma y para el mundo.
Porque nacer duele, no te equivoques, porque atravesar el dolor es la única forma de vivir de verdad, porque nacer es decirte sí una y otra vez, las veces que falte y sean necesarias.
Porque nacer es un acto personal y para uno mismo, porque si no lo haces para ti y por ti, nadie lo hará, porque si no “naces” hoy, no solo te fallas a ti; le fallas a la Vida y al Universo entero que conspiro y se inspiró desde siempre para que tú hoy sintieras con el alma estas palabras.
Repito, existen muchas formas de nacer, pero ten por seguro que todas tienen mil y un milagros, bendiciones y regalos para ti si te atreves, si te entregas, si lo intentas, si en voz alta y sin dudarlo te dices “sí”, porque nacer es sin duda nacer en todo momento a tu verdad, darla a luz es darte a luz.
Y no quisiera atormentarte, lo que anhelo es inspirarte, porque si no “naces” hoy jamás podrás conocerte pues jamás conocerás la verdad que arde en ti, ese fuego que se alumbró el día en que nació tu cuerpo. Ese fuego está vivo dentro de ti, no dejes que se apague, avívalo, descúbrelo, dale forma, usa tus manos ya y deja que tu corazón te guíe para que tu alma nazca con cada aliento.
Porque el presente es siempre suficiente una vez naces a la Vida.
¿Para qué naciste, para qué naciste hoy?
Hazme el favor de preguntártelo cada día.
PS: Sí, me tarde días, meses, en ver nacer esta carta, me pidió honestidad, me costó ver todo lo que he dejado morir en mí y de mí, me pidió hacer alquimia de mis dolores y transformarla en inspiración y fuerza, sí, me tomó determinación, escucha interna, conexión con mi corazón, y mucha reflexión profunda y sincera.
Me tomó volver a mí una y otra vez, integrar y alquimizar mi propio parto, priorizar lo que para mí es importante aunque el mundo me diga “ahora no, déjalo para mañana”, aunque yo me diga “no es tan importante, puede esperar”.
Me tomó valentía elegirme y tomar papel y pluma y hacer nacer lo que en mí habita y desea manifestarse, ver nacer mi alma en cada palabra. Y es que eso pasa cuando eliges el camino del corazón, hay verdades que te buscan y piden ser expresadas a través tuyo para que tu fuego interno se avive y lo compartas para dar calor a otros, hay verdades que nacen de ti y así te hacen nacer a la Vida y te recuerden para que “naciste”.
Porque compartir mis cartas contigo y que me leas, o más bien, las sientas, son un renacer para ti y para mí, gracias por compartir conmigo hoy, honro tus nacimientos y celebro estés aquí hoy.



Recuerda, no importa cuántas veces lo olvides sino que tan pronto lo recuerdes, ¿y tú cuando naciste?
Con amor,
Mariana
Gracias por responderme, si te gustó esta carta déjame saber y compártela con quien creas le pueda servir y hacer nacer algo en sí mismo. Te leo.
Escucha mi Podcast:
Si quieres profundizar y conocer tu mundo interior, adentrarte a los misterios de tu verdad, recordar quién eres y para qué estás aquí, escucha mi podcast 🎙️“Tao Twin Podcast”, un viaje a tu verdad.
Disponible en Spotify, Apple Podcasts, Amazon Music, Audible.