Me di cuenta hace unos años que el mundo está lleno de niños en cuerpos de adultos, que ser adulto no implica ser maduro, que para madurar hay que recorrer un camino, procesar tu historia de vida, sanar tus heridas e integrar sus aprendizajes, perdonar, y sobretodo perdonarte, elegir de nuevo una y otra vez quién eres y quién quieres ser, qué eliges recibir y qué eliges soltar, qué eliges crear, sostener, cultivar en tu mente, en tu corazón, con tus manos.
Me di cuenta que era una niña en cuerpo de mujer y me dolió hasta los huesos saberlo, sentirlo. Pero si no te atreves a ver la verdad no puedes sentirla, si no la sientes no puedes hacerla tuya, y si no la haces tuya no puedes transformarla, transformarte.
Y tu transformación, tu metamorfosis tiene un precio, madurar.
Y es que madurar es hacerte responsable de tu vida, de lo que te gusta y lo que no te gusta, y poder decir “sí, soy dueña de mis decisiones y de mis consecuencias, soy dueña de mi verdad”, y lo haces sin culpa, sin justificaciones ni explicaciones, lo haces con gracia, con elegancia, son gozo, con coherencia.
Verás, madurar es esa metamorfosis a la que los seres humanos estamos llamados, sin embargo no todos siguen el llamado, algunos se quedan siendo orugas y muchos otros jamás pueden salir de su capullo, por muchas razones, pero siempre debajo de todas hay una, el miedo.
El miedo a salir del capullo es el miedo a vivir, el miedo a vivir solo es posible cuando no te has adentrado al abismo de corazón para encontrarte contigo y tu verdad, pues no hay nada que de más ganas de vivir que descubrir tu verdad, conocerla, experimentarla, darle forma y compartirla, a eso venimos a este mundo, y cuántos lo ignoran, y así se marchan oruga y sin alas. Qué lastima y qué pena, en su destino estaban escritas sus alas, pero uno ha de luchar por su destino, merecerlo.
Y es que convertirte en mariposa y extender tus alas para poder volar es un transitar que te exige conocerte, conocer tu valía, saberte merecedora y capaz, tomar tu voz, tu poder, y tu lugar en la vida, atravesar retos y dificultades sin olvidar nunca tu destino, “mariposa”, pues florecer a tu esencia no es magia es compromiso y solo así la magia sucede.
Que quede claro que por “mariposa” me refiero a ser tu esencia más pura, a darle alas a tu verdad, y para eso debes de ir profundo hacia tu misma, el abismo ¿recuerdas?. Solo así conocerás quién eres y qué quieres, qué necesitas, qué deseas, qué sueñas, para poder dártelo tú a ti misma, sin quejas. Las mariposas no son víctimas son co-creadoras de su realidad, pues nadie crea solo, crea con el Universo y la Madre Tierra pues somos sus hijas. Tu historia no empezó contigo, sino mira hacia atrás, cuántos caminos recorridos y entrelazados para que tú estés hoy aquí conmigo, leyendo esta carta..
Visitar el abismo de tu corazón implica revistar los capítulos de tu vida de oruga y en tu capullo, y darles un lugar en tu corazón desde el amor y la compasión, resignificarlos, darles perspectiva, darles sentido. Pues no tienes poder más grande y potente que tu poder de interpretación, pues o te haces esclava o te haces soberana de tu historia y tu vida, tú a ti misma, recuerda.
Y es que darles sentido a cada capítulo del libro de tu vida es darle dirección, sentir y propósito.
Les das dirección cuando tomas conciencia de que todo está conectado, no existen los cabos sueltos, todo tiene un destino, evolución o destrucción, y una elige.
El sentido también implica sentimiento y sentir, reacomodar esos capítulos de nuestra historia de vida, poder soltar lo caduco y lo que ya no tiene vida, abrazar lo que llena el alma, dar gracias por las lecciones de vida aprendidas y las experiencias que te marcan sin duda, algunas dolorosas y otras increíbles, pero ser capaz de transformar el dolor en medicina es la clave para poder hacer las paces con tu historia y así un día poder volar, y para eso hay que sentir, dejar que el cuerpo haga la alquimia y el Universo la magia, pues sentir es de valientes.
Y es que si algo más da el sentido es propósito, ese para qué elegí vivir eso, y tal vez conscientemente pienses jamás lo hubieras elegido, pero tú alma así lo eligió, y lo eligió por amor a ti, para tu evolución. Y cuando cambias la pregunta del por qué al para qué, todo cambia. Dejas de ser víctima de tus circunstancias y pasas a ser maestro de tu vida, pues te estás enseñado a vivir y amar, a amarte.
Y así, cuando reescribes la historia de tu vida con ojos de amor, cuando sabes, crees y confianzas que tu destino es ser mariposa y volar, no dudas ni de tus decisiones ni de tus pasos, tienes la certeza de aquello te pertenece por derecho divino es tuyo y llegará a ti si tú te comprometes contigo y con tu verdad.
No temas, eres capaz de tu verdad y sus consecuencias, confía.
Y este es el camino, descubrir tu verdad, tu Tao, es el camino que te dará alas para volar, pues cuando honras tu esencia más pura te transformar de oruga a mariposa, te dejas de identificar con todo aquello que te limita y con lo qué tal vez alguna vez te sirvió y te dio calor, como tu capullo, y te atreves a salir al mundo, pues solo así sabrás de qué estás hecha y quién eres realmente, y crear así tu propio camino, escribir tu historia con las alas que tu misma pariste para ti.
Por eso no todos se atreven a reclamar sus destino y mucho menos sus alas, pues implica valentía y perseverancia, compromiso con tu verdad, confiar en ti misma y en la Vida, quizá al principio sea un acto de fe pero poco a poco confías más y más, pues la Vida responde cuando tú te eliges y te muestra el camino un paso a la vez, el camino hacia tus alas.
Oruga o mariposa, siempre tenemos la opción, sino no seríamos libres, por eso no basta quejarse con la Vida de lo que no te gusta, has de tomar conciencia y tomar acción, porque cada decisión que has tomado en tu pasado te ha llevado hasta aquí, ¿en dónde y cómo estás?, ¿te gusta lo que estás viviendo? Y si no te gusta, ¡decide de nuevo!
Sabes nada es permanente ni está fijo, el problema es cuando nos aferramos a que todo siga o sea igual, todo cambia empezando por ti, y tienes derecho a cambiar, así como la oruga tiene derecho a convertirse en marioosa, pero no te confundas que nada es gratis, todo tiene un precio, madurar. ¿Estás dispuesta?
Y es que convertirte en mariposa implica madurar, y madurar es la metamorfosis que atraviesas para convertirte en una adulta responsable de tu vida, responsable de crecer tus alas, de aprende a volar, de tomar vuelo y llegar a lugares hermosos que jamás imaginaste porque te comprometiste contigo, con tu verdad, con tu esencia y tu destino, con tu Tao.
Así que, ¿qué esperas para salir de tu capullo y crecer tus alas? La vida se goza más volando, y sabes, te lo debes a ti misma.
Con amor,
Mariana
El destino eres tú, atrévete a adueñarte de tu destino, mariposa, deja que el amor y tu verdad más verdad te guíen.
Escucha mi Podcast:
Si quieres profundizar y conocer tu mundo interior, adentrarte a los misterios de tu verdad, recordar quién eres y para qué estás aquí, escucha mi podcast 🎙️“Tao Twin Podcast”, un viaje a tu verdad.
Disponible en Spotify, Apple Podcasts, Amazon Music, Audible.