A veces me encuentro y a veces me pierdo
A veces la vida me toma, y a veces yo tomo a la vida...
A veces, tan solo a veces…
A veces me miro y a veces me evado.
A veces me escucho y a veces me silencio.
A veces me veo y a veces te veo.
A veces elijo y a veces cedo.
A veces me comprometo y a veces me rindo.
A veces me comprendo y a veces me confundo.
A veces me celebro y a veces me reprimo.
A veces me siento y a veces no siento.
A veces lo digo y a veces me callo.
A veces me atrevo y a veces desisto.
A veces me libero y a veces me aferro.
A veces camino y a veces me detengo.
A veces me levanto y a veces me caigo.
A veces creo y a veces renuncio.
A veces me inspiro y a veces me hundo.
A veces brillo y a veces me apago.
A veces me soy y a veces pretendo.
A veces me encuentro y a veces me pierdo.
A veces, tan solo a veces, porque entre un extremo y otro, entonces me encuentro, me reencuentro, me reconozco y conozco.
Porque entre ser y no ser, encuentro mi camino del medio, mi TAO, el que a mí me funciona, el que me sostiene y me nutre, y no tiene porque funcionarte a ti. Es mío, es propio, lo creo y lo co-creo en cada experiencia, en cada elección, en cada acción, en cada espacio y con cada persona, de un extremo a otro, regreso a mi centro; avanzo y aprendo. Soy, me soy.
Porque soy como un péndulo, de un lado a otro, pendulo, y en ese pendular, el pendular de mi vida, es que encuentro mi base y mi equilibrio, mi centro. Me muevo a veces sútil, a veces con fuerza, a veces la vida me regresa de golpe al otro extremo, a veces me acompaña con calma, pues lo que busca es que encuentre mi medida, mi centro, dónde nada ni nadie me mueve, yo soy, yo sé, y yo elijo.
Así integro y aprendo lo que me hace bien, lo que me sirve, lo que mi impulsa, lo que me inspira, lo que me nutre, lo que me hace crecer, y lo que ya no me sirve, lo que ya no me pertenece y ya no me funciona, lo suelto. Pues si me aferro me duele, lastima. Aprendo y suelto, recibo y sostengo, regreso a mi centro. Encuentro así lo que quiero para mí y lo que ya no más quiero, lo que me habita, lo que soy, lo que doy, lo que acepto recibir, y lo que acepto soltar.
Pendulo y me encuentro, me reencuentro, me conozco y me reconozco, a veces aquí y a veces allá, pero siempre toco centro, mi centro, y así me alineo, encuentro coherencia entre mi mente-cuerpo-corazón, me permito, fluyo, aprendo, recibo, sostengo y suelto. Coherencia, eso me enseña el movimiento del péndulo, mi péndulo, mi vida.
Porque solo así me conozco, me siento, me pienso, solo así sé quién soy y qué quiero, qué necesito y qué ya no necesito, solo así sé de qué soy capaz cuando me permito encontrarme y perderme, y a veces me encuentro y a veces me pierdo, pero nunca me abandono, pues en este baile de opuestos intento tender al equilibrio, encontrarlo, encontrarlo en mí y encontrarme a mí en él.
Un equilibrio dinámico, eso busca el movimiento del péndulo, mi péndulo, mi vida, aquel que no juzga ni castiga, aquel que aprende e integra. Me permito fluir de un lado a otro, de una experiencia a otra, de una historia a otra, pendulo, a veces rápido y a veces lento, a veces en armonía y a veces no tanta, a veces gozosa y a veces me resisto, pero me permito, no me juzgo ni castigo, y cuando lo hago recuerdo, “soy péndulo”, aprendo e integro, me suavizo, compasiva y amable, así me trato y así sano, me sano.
Pendulo de un lado a otro, de un extremo a otro, me permito. Exploro espacios para ser; para serme, para probar, para vivir, para hacer y deshacer, para sentir, para sanar, para pensar y repensar, para cambiar y transformar, para descansar, para bailar, y sobretodo, para bailarme en cuerpo, en mente, y en alma. “Soy péndulo”, recuerdo.
A veces lo logro y a veces no, pero todo me enseña, siempre estoy aprendiendo, pues quiero aprender, y dónde no hay juicio del ego, solo puede haber evolución.
Y evoluciono cuando pendulo desde la sabiduría innata e intrínseca de mi corazón que se permite recibir e integrar los aprendizajes que la vida siempre me está regalando en ese ir y venir de un lado a otro, de un extremo a otro, de una experiencia a otra, de una historia a otra.
A veces, tan solo a veces, pero siempre desde el amor sin condiciones, primero a mí misma y luego a quienes me rodean. Porque uno no puede dar lo que no se da primero a sí mismo. Pendulo.
Y así en este hermoso y original baile de opuestos, me tomo completa, pues solo el amor es capaz de armonizar y darle sentido a lo que tan solo es a veces, y en esa diversidad infinita de “a veces” se da nacimiento a la totalidad de lo que es ahora, lo que es y lo que soy más allá de los a veces, de mis a veces.
Y sí, a veces la vida me toma, y a veces yo tomo a la vida...
Pero siempre soy, soy más que que mis a veces, soy entre mis a veces y más allá de ellos…
Con amor,
Mariana
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